viernes, 11 de junio de 2010

  • TEATRO BACAGUARÉ / 9
    La guagua y la cotidianidad
    Juan Carmona llevó a escena ambulante conflictos del día a día



    JUAN CARMONA CABELLO (1955).



    CIRILO LEAL MUJICA
    Santa Cruz


    LHoy se levantan voces en reivindicación de un arte que vaya más allá del lamento y la crítica. Voces que pretenden golpear las conciencias y llamar la atención sobre problemas candentes y sus ataduras sociales. Voces rebeldes que se resisten a perderse en el océano de la indiferencia y el conformismo que hoy parece envolverlo todo. Frente a un teatro, lamentablemente mayoritario hoy, mercantil, de entretenimiento y risa fácil, carcajada enlatada, formalmente de gran calidad, se levantan esas pocas voces en demanda y ejercicio de manifestaciones escénicas más apegadas a los conflictos de la vida cotidiana. A la realidad o a sus representaciones. Rara avis, hay que reconocerlo, en la actual fauna teatral. En el teatro de la transición que prácticamente se desbordó hacia 1982 -cuando se abortó el intento de golpe de estado y de vuelta atrás al túnel de la reacción-, teatreros como Juan Carmona, al frente de Teatro Bacaguaré, se empecinaron en volcar sobre la escena el sentir cotidiano. Darle voz y expresión a largos años de silencio. A la gente de la calle, de los barrios; a los jóvenes y los mayores marginados; a los trabajadores y a los estudiantes: al pueblo. Para alcanzar este objetivo se emplearon todos los signos teatrales y los espacios escénicos disponibles e improvisados: teatro del absurdo, agitación, didáctico, tesis, participación, político, documental, pobre, crueldad, etc. El arte teatral deseaba, necesitaba, bajar al ámbito cotidiano, a la gente corriente, a los excluidos del goce cultural. Reinaba el espíritu de la transgresión, de la cosa política, social y del lenguaje teatral.



    La guagua, a escena
    Escenario y espacio donde trasiega el alma del pueblo: la guagua. Itinerario de pasiones, sueños y desvelos. Juan Carmona, asiduo, antes y ahora, a ese medio de transporte, captó las voces que día tras día, hora tras hora, línea a línea, se desparramaban en su interior. Testimonios de la calle para la inmediata puesta en escena a cargo de una farándula de teatreros entre los que se evocan a Víctor Brunetto, Ginés Vivanco, Juan de Dios, Teresa Perez, Cecilia Khon, Aníbal Suárez, Cristino Montesdeoca, Alfonso, Juan Carmona, Mandy Capote… Ceremoniantes que fueron dejando su huella en un espectáculo que vive en el recuerdo y en las instantáneas que pudo captar Francisco Mangas. La guagua fue el segundo montaje de la compañía de los Teatreros Bacaguaré.

    "El espectáculo La guagua era una forma de meternos dentro de la vida cotidiana de la gente, dotando a la obra de una tipología de personajes cotidianos, personajes tipos que viajaban en ese medio de transporte: el matrimonio, el soldado, el estudiante y el obrero. Todo lo que se habla en una guagua salía a traslucir en el escenario. La experiencia duró un par de años. No es una obra de texto, sino de improvisación. Se hacían ejercicios sobre personajes tipos, se consultaba al grupo, al colectivo sobre el problema social que se quería abordar. Fue un exitazo del carajo. Se montaba en dos espacios. Uno era el espacio del patio de butacas y otro el escénico. Yo los llamaba dos estadios. El estadio principal y el estadio secundario. Los personajes, mientras iban en la guagua, hablaban de lo que estaba ocurriendo en la calle, en la sociedad, en la isla, de manifestaciones, de los paros. Después cada uno, en el escenario, el espacio principal, representaban su secuencia familiar. En el pasillo iba el armatoste de la guagua, cuatro palos pintados y un bombillo grande, se oía el ruido del motor de la guagua. Un poco más adelante estaba el espacio principal de los personajes. La problemática del obrero era con la hija y con la mujer, que estaba reventado de trabajar, que se sentía explotado y que aquello no cambiaba. La hora de la llegada de la hija a la casa era fundamental; en ese momento las pivas empezaban a salir y demandan llegar más tarde. A las nueve tienes que estar aquí en casa. Una bronca. El obrero, Aníbal Suárez, estaba solo en escena. No se oía ni veía a la mujer ni a la hija, el respondía a sus voces, a sus protestas. Solo en escena. El estudiante, Cristino Montesdeoca, hablaba de las primeras manifestaciones que estaban teniendo lugar en la isla, contaba lo que estaba pasando en La Laguna, la muerte del estudiante Javier Fernández Quesada (asesinado el lunes 12 de diciembre de 1977). El matrimonio burgués, Teresa Pérez y Mandy Capote, en su casa mantenían una discusión por el trabajo, por las compras; en Taco, un garaje con sillas, una obra a medio hacer había un baño y ahí se metieron y desde allí empezaron a discutir y a tirar de la cadena de la cisterna. Vieron el baño y se les ocurrió meterse ahí dentro. Fue una improvisación más bonita que el carajo, a la gente le gustó mucho, se descojonó de risa. Vuelven a salir y ocupan su sitio en la guagua".



    Resabios de los tiempos oscuros
    La obra se puso en escena en numerosos lugares, barrios y pueblos. El barrio de la Salud fue el punto de mayor complicidad con los espectadores. También se representó en Taganana, Afur, garajes en Taco, el sur de la isla, el Paraninfo. Una fiebre de representaciones abanderada por el grupo Tibicena, Francisco Ossorio Acevedo, Wilfredo Wilpret, responsable cultural del cabildo de Tenerife en ese entonces. A todos les ardía el deseo, el firme compromiso de difundir y extender las manifestaciones culturales a los rincones más apartados de la isla. Con pocos recursos económicos.

    "En Taganana se tuvo que parar la obra porque un tío se me acercó y empezó a golpearme en el pecho. Yo hacia de soldado y escribía una carta a mi madre y le decía cómo me trataban en el cuartel. Le hablaba del sargento, que era un hijo de puta que me tenía amargada la vida, que sufríamos, que era una desfachatez, que para qué cogíamos armas si nosotros no queríamos matar gente, que aquello era un régimen dictatorial… El nota se levantó y empezó a pegarme. Se paró la representación. Intervino el presidente de la asociación de vecinos, tranquilizó al hombre, lo sacó del local y continuamos la obra. En algunas representaciones se presentaba la secreta. Y también hacíamos referencia a la policía en La guagua. No se nos escapaba ningún detalle."

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