viernes, 11 de junio de 2010

  • TEATRO BACAGUARÉ / 12
    Cuando la guerra estalla en la cabeza
    Juan Carmona se siente como un visionario de un mundo venidero amenazador de la salud



    JUAN CARMONA EN LA PIEL DEL CÓMICO SOÑADOR.



    CIRILO LEAL MUJICA
    Santa Cruz


    La sinceridad es uno de los rasgos dominantes de la personalidad de Juan Carmona. Siente que las experiencias que le ha tocado vivir en sus trasiegos por la Europa más desarrollada le han proporcionado visiones del mundo venidero, especialmente los males que, hoy y mañana, acosarán sin tregua la salud de los humanos. La anticipación del futuro se traduce en ansiedad, tristeza, soledad, dolor. No puede callarse, tiene que gritar al mundo. Aún se está a tiempo para el cambio. No es que se sienta imbuido por el espíritu de un lejano profeta, ni por cánticos milenaristas. Simplemente ha estado muy cerca de los efectos de la obra maligna de los contaminantes radioactivos, del desarrollismo grosero y aniquilador de la naturaleza. Siente que ha entrado en el cráneo humano para saber que el hombre, por no se qué extrañas razones, motivos, excusas es capaz de apretar el botón rojo y provocar una guerra nuclear. El teatro le sigue sirviendo como herramienta, en constante proceso de transformación, para denunciar y llamar la atención sobre esos enemigos invisibles y letales para el ser humano. Desenmascarar a los autores ocultos, los intereses comerciales y bélicos, se ha ido convertido en su caballo de batalla. Este proceso de lucha soterrada que le mantiene en vilo permanente lo ha ido configurando en una serie de principios o asunciones que denomina postulados del cómico. Antes de llegar a ese punto, en el que hoy se encuentra con plena lucidez, hubo de dar pasos previos por la vieja Europa, por un continente del que espera sea vanguardia de la lucha contra las contaminaciones. También porque ha vivido de cerca los efectos de la radioactividad.



    Juglar por los pueblos de Europa
    Las calles de las capitales canarias se le achicaron de nuevo y necesitó nuevos aires. Se embarca hacia la Península Ibérica. Desde Madrid empieza a caminar por los pueblos de España, como un juglar, parándose en cada plaza para escenificar, espectáculo unipersonal, sus fábulas de Esopo y Monterroso. En la ciudad portuaria de Barcelona, en sus ramblas y café monta los espectáculos Open de Puertas y Barcos Cerrados. También interviene en radio y televisión local de los pueblos de la costa catalana con Espacio Abierto y Ambulante, consistente en la narración y dramatización de cuentos y poemas de autores contemporáneos. Atraviesa los Pirineos y en Francia, ya con los papeles en regla, puede actuar en Montpelier. En la plaza de la Comedy baila al de un flautista y obtienen para el pan y el tabaco y el albergue católico.

    "Me recorrí todos los pueblos de Francia actuando en las calles con las fábulas de Esopo. Las fábulas no tienen casi palabras y se entienden perfectamente. En todo ese tiempo no aprendí ni una palabra de cualquier idioma. Recorrí Bruselas y Holanda. En Amsterdam representé en el café popular de Rótterdam. Un café teatro impresionantemente grande. La mitad era teatro y la otra, bar y restaurante. Un teatro donde actuaba gente joven interesante. Allí representé las fábulas de Tibicena y un texto en español, una carta dirigida a Felipe González, presidente del gobierno socialista, sobre la falta de medios para que la cultura fuera más popular. Poesía versificada. Los que sabían español entendían, los que no, la mayoría, ni papa de lo que yo estaba diciendo. Las fábulas si las entendían. Conozco a una chica noruega, Ana Karen Rçling y me traslado a su país. En Noruega participo en el espacio radiofónico Cuentos del Mundo, en Radio América Latina, una emisora subvencionada por el gobierno español para la difusión de la cultura española entre los emigrantes latinoamericanos en Europa. En ese país empecé a tomar auténtica conciencia, a sensibilizarme con los problemas de contaminación radiactiva, las enfermedades de cáncer y sida, así como la lucha que estaban llevando a cabo las organizaciones verdes de los países Escandinavos. Con respecto a ellos, aquí estábamos a años luz de conocer y denunciar las secuelas que iba sembrando en la salud el mundo desarrollado. Acuérdate que ya en la universidad de La Laguna hablábamos de que la radioactividad producía cáncer y que la cantidad de centrales nucleares que hay en el planeta son inmensas. Eso de que las partículas radiactivas no se escapan es una mentira, miles de millones andan sueltas. Esas partículas radioactivas ejecutan una serie de deficiencias en los átomos que están en el aire, en el agua, en las plantas, en los alimentos… todo eso produce cáncer".



    Estalla la tercera guerra mundial
    Juan Carmona ha aprendido a convivir con los males que atormentan su espíritu y también, ese un rasgo de su persona, a sufrir con el mal que aqueja a otros. No se queda en las fronteras de la incomunicación y se adentra en el quebradizo dolor de quien le rodea. Empatía pura y dura. Así ha ido forjando sus relaciones, así ha ido cautivando amistades y adhiriendo lealtades a sus proyectos y sueños de denuncia escénica.

    "Desgraciadamente mi amiga Karen se ve aquejada de esa enfermedad y a través de ella conozco de cerca el mundo del cáncer. Hablamos con muchos médicos, algunos sudamericanos y se muestran convencidos de que el cáncer lo producen esas partículas radioactivas en el agua y los alimentos. Vemos que hay muchísimas clases de cánceres que ni la prensa ni nada se hacen eco. Procuran evitarlo. Silencio total. Aquello me afecta y estoy por hacer una obra de teatro. Corría el año 1992, como diría el cronista, cuando empezó a rondar por mi cabeza un montaje sobre el peligro de la contaminación radioactiva que sufre el Atlántico, especialmente, las aguas Canarias. El espectáculo se basaría en una serie de cartas, cuentos, artículos antimilitaristas… Quería estar cerca de ella y aquello pudo más que mi deseo, más que mi voluntad. Me desarboló estar en contacto con ese mundo hospitalario… Me recluyen a mí también porque me entró una crisis muy fuerte sobre la tercera guerra mundial. Siento que estoy en un conato de guerra mundial. Tengo muchas percepciones esquizofrénicas, muchas paranoias. Siento que me estoy anticipando al futuro y sufro inmensamente por lo que va a suceder. Me ingreso voluntariamente para que me den la medicación. Me encontraba sin fuerzas para luchar yo solo contra eso. Tengo unas atenciones increíbles. Una persona pendiente de ti las veinticuatros horas del día, universitarios que se turnan, terapia, talleres, puedes comer, puede fumar, tomar té, medicación, súper atendido. La embajada me puso un traductor, me ponen un abogado. Me trasladan desde Oslo, Copenhague, Madrid, Tenerife. Con un comisario de policía, un psiquiatra y un ATS viajando conmigo. Me dejan en la planta de psiquiatría de aquí y no tardan media hora en coger el avión y volverse para su país. Para que veas la calidad de vida de esos países. Al mes de estar aquí me dan el alta y vuelvo a la casa de mis padres".

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