viernes, 11 de junio de 2010

  • TEATRO BACAGUARÉ / 8
    Contra la tregua de la indiferencia
    El diálogo y la confrontación con el público un objetivo de los teatros de la transición



    ELENCO DE LA REPRESENTACIÓN DE EL ESCAPARATE Y LA BARRIADA (FOTO PACO MANGAS).



    CIRILO LEAL MUJICA
    Santa Cruz


    Ni en el tiempo en el que las voces se asolaron, oscureciéndole el horizonte de la existencia, el teatrero Juan Carmona se dio un respiro en su propósito de despertar conciencias y sensibilidades. Era el tiempo, seguramente él lo sigue creyendo, en que a la cultura y al arte se le atribuía el poder de cambiar las actitudes, de promover acciones sociales más allá de los menguados espacios escénicos que acogían estos espectáculos. En cuanto estrenó su primera obra, El escaparate y la barriada en el ámbito universitario, ya estaba programando abrirle caminos por barrios y pueblos, por asociaciones de vecinos o teleclubs.



    Diálogo con el público
    Conocer al receptor era lo primordial, sus gustos y demandas. El teatro de creación propia estaba en perfecta sintonía con el público. Se arriesgaba en la forma, en la expresión; se apostaba por los contenidos críticos. Se tenía el concepto de que el público, el pueblo está amordazado, "aburguesado", poco comprometido con los aires de renovación que los tiempos, a punto de fenecer Francisco Franco, demandaban.

    "Al principio el público se mostraba un poco cortado. Era fundamental para nosotros el coloquio. Dialogar con el público después de la obra. Comentaban que la obra les había caído de sorpresa. Que se sentían motivados, pero que la historia se sale un poco de madre. Se representaba en cines, en locales que ni siquiera estaban encalados por dentro, garajes. La gente estaba ilusionada. Se reafirmaban en el mensaje de los payasos, sobre todo, de que nos venía de fuera una cultura que se nos iba imponiendo, pese a estar en una dictadura fascista. Como si pasáramos de una dictadura a otra, de una dictadura fascista a otra comercial. Una y otras dictaduras acaban con la libertad. En el debate se producía una toma de conciencia. Había posibilidad de salir de ese sometimiento, de esa servidumbre siempre y cuando nos movilizáramos, saliéramos a la calle, participáramos en las movilizaciones de los sindicatos, en el movimiento obrero, en el movimiento estudiantil. Como no se cobraba entrada iban muchos trabajadores y amas de casa y estudiantes. Cuando se representaba una obra de teatro en pueblo se llenaba el local. En aquellos tiempos. Hoy vas y te ves tu solo y, a lo mejor, los organizadores".



    Universidad y teatro contra el poder
    Juan Jesús Arteaga Lorenzo (1956) participó en la puesta en marcha del colectivo Bacaguaré y de la puesta en escena de su primer espectáculo: El escaparate y la barriada. Estudiante de psicología entonces, se implicó en la dinámica cultural y política generada en el ámbito de la facultad de Filosofía y Letras de los años de la transición.

    "A Juan Carmona lo conocí en el curso 74/75 cuando se formó una especie de Aula de Cultura de la facultad de Filosofía. La universidad, en ese tiempo, estaba caldeada por el movimiento de oposición estudiantil al franquismo y a la represión. Estábamos muy comprometidos contra la dictadura. El departamento de Filosofía era una referencia no sólo en Canarias, si no de todas las universidades españolas. Por aquí pasó Emilio Lledó, Javier Muguerza, José Luís Escohotado… En ese Aula, además del teatro, se organizaban exposiciones de pintura, debates sobre el cine y la fotografía… Los nombres que más sonaban en ese momento eran Paco Mangas, Quico Orihuela. Al calor del Aula nació el grupo de Teatro Bacaguaré. Recuerdo que estuvimos realizando una serie de ejercicios de expresión e interpretación antes de ensayar la obra escrita por él y Cecilia Khon. Juan Carmona era una persona muy carismática, creía mucho en lo que hacía. Era un chico bastante joven pero parecía que tuviera más edad. Era una persona totalmente entregada, en cuerpo y alma, al teatro. Para nosotros era un maestro. Era muy intuitivo. Desde el principio estaba empeñado en formarnos como actores con la enseñanza de Grotowski. En algunos ejercicios llegamos a entrar en trance. Antes de empezar a trabajar con el texto nos pasamos varios meses con los ejercicios."



    Puesta en escena y censura
    El estreno de El escaparate y la barriada tuvo lugar en el salón de actos del colegio Mayor San Fernando de la Universidad de La Laguna. El funcionario encargado de la censura acudió puntual a la cita. Los recursos y la utilería escénicas no eran abundantes como recuerda Juan Carmona la noche del acontecimiento: "Varios focos de cien vatios, dos bombillos de quinientos dentro de una cacerola, un cuadro de luces de novopan y cuatro cables. Yo no actuaba en esa obra. Los payasos se acercaban al público a la entrada, jugaban con ellos, acercaban a los espectadores a la trama, al triángulo de los personajes principales. Era una especie de movida circense. Tuvimos a la censura en el ensayo general. Era lo que se hacía antes. Un ensayo general con el señor de la censura. El texto se tuvo que presentar en el Gobierno Civil. Se censuraron varios trozos de la obra, una especie de himno contra americano. Aunque fue censurado, lo seguimos poniendo en el estreno. No le hicimos caso. No nos hicieron nada, pero también fueron al estreno. No se perdían una".

    Juan Jesús Arteaga Lorenzo, actor del montaje, también recuerda las incidencias de aquella velada teatral:

    "La obra trataba de la vida en los barrios, las personas de ese ambiente que intentan hacer algo diferente, salirse de lo común y lo difícil que era cambiar la situación porque todo estaba teledirigido. El coro de los payasos, en el que yo participaba, representaba al pueblo que estaba programado, sometido. Unos pocos personajes intentaban zafarse de ese mundo manipulado y controlado. Era una obra que tenía que ver con la lucha por la libertad. El texto hablaba de lo que sucedía en aquel tiempo y, creo, en la distancia de más de treinta años, que el mensaje todavía sigue vigente. Tengo el convencimiento que una buena parte de lo que allí se planteaba sigue siendo de actualidad. Igual no ha pasado el tiempo por ella. Me acuerdo que en el estreno teníamos una serie de dudas y no sabíamos cómo acabar la obra. Juan nos tranquilizaba en los ensayos y en el estreno él intervino y con una improvisación, muchos creyeron que estaba ensayada, dejó las cosas en su sitio, lo aclaró todo. Era una obra que daba mucho juego a la improvisación. Cada uno de nosotros dejó su impronta en la obra. Actuábamos dentro del público. Los sillones del patio de butacas estaban desordenados, de patas arriba, una cosa de locos. Desde el principio, un clímax totalmente subversivo, informal. Sabíamos que aquella era una experiencia que se desarrollaría por los barrios y los pueblos. Nos animaba porque era un trabajo de agitación. Personalmente consideraba aquella experiencia como, una faceta más del trabajo político."

1 comentario:

Susana dijo...

Tiempo de imaginación.
Gracias por rememorarlos.